40 razones por las que merece la pena llegar a los 40

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Pues sí, pues sí… hoy comienzo la cuarentena. Joder, cuarentena… Tiene miga… Es que la dichosa palabra suena a enfermedad, a encierro, a descanso, a espera… ¡¡Y de eso nada!! Llegar a los 40 es un verdadero lujo. Adoro cumplir años y redondear me gusta aún más. Sí, redondear es sinónimo de perfeccionar, pulir, progresar… así que estoy feliz. Pienso celebrarlo a lo grande (si me dejan) y no tengo intención de hacerlo solo hoy, sino todos los días del año que viene por delante. No va a haber quién me pare. ¡Va a ser un año redondo!

El caso es que como homenaje a todas las mujeres de la cosecha del 76, he querido hacer lo que he bautizado como un “cuarentólogo” o, lo que es lo mismo, un manual que recoge 40 razones por las que una mujer debería sentirse especial por llegar a esta edad. No lo he elaborado sola, he contado con la participación de madre, hermana, primas y amigas, todas ellas mujeres de pata negra, que me han ayudado a comprender que hay todavía más motivos de los que yo pensaba para sentirse feliz a esta edad. Quizás mi capacidad pulmonar no sea la misma que a los 20, pero todavía tengo aire suficiente para soplar las 40 velas que adornan mi pastel y tengo mecha para rato.

Perdonarme si en este post no soy todo lo políticamente correcta que acostumbro, pero… ¡¡Qué coño!!! ¡¡Qué cumplo 40!!

Aquí van mis razones. Espero que estéis de acuerdo en la mayoría de ellas:

 

1-No pierdo el tiempo en tantas gilipolleces

Para ser sincera todavía pierdo el tiempo en alguna estupidez, pero cada vez menos. Estas cuatro décadas se me han pasado volando y no estoy dispuesta a perder el valioso tiempo que me quede en gente, situaciones ni causas que no merecen la pena. ¡Advertidos quedan los que estén pensando en tocarme los ovarios de aquí en adelante! Jejeje.

 

2-Sé lo que NO quiero

Si las estadísticas no fallan, estoy llegando al ecuador de mi vida y ya tengo un bagaje suficientemente largo como para saber cuáles son las cosas que no me hacen feliz y que, por tanto, tengo que desechar en mi vida.

 

3-Tengo sordera selectiva

Sí, con los años noto que estoy perdiendo audición. El otorrino dice que mis oídos están divinamente, pero lo cierto es que he desarrollado una habilidad extraordinaria para no escuchar la gran cantidad de estupideces que se dicen a lo largo del día a mi alrededor.

 

4-Soy capaz de relativizar las cosas

Antes cualquier problema me parecía un mundo, pero con el tiempo he aprendido a relativizar y a darle importancia a las cosas que realmente la tienen.  ¿Qué tu chico se va con otra? Ostras, pobrecita… jajajaja

 

5-No hay quien me adelante en una clase de Spinning

Sí, sí… A esta cuarentona no hay jovencita que la adelante en una sesión de Spinning. Entre otras cosas porque las bicicletas que se utilizan son estáticas, jajajaja. No, hablando en serio, estoy en una forma física estupenda y aguanto como una jabata una clase de 45 minutos. ¡Que se preparen las de 20!

 

6-Soy mucho más práctica

Lamentablemente el día solo tiene 24 horas, así que he aprendido a ser mucho más práctica que en mi juventud. La frase “el tiempo es oro” va cobrando sentido conforme vas cumpliendo años. Hay que amortizar cada minuto del día. ¿Qué las mujeres somos capaces de hacer dos cosas a la vez? Sí, y cuando pasamos los cuarenta incluso cuatro o cinco…

 

7-Me gusta lo que veo en el espejo

Probablemente no estoy igual de buenorra que a los veinte (retiro lo de probablemente, definitivamente no lo estoy), pero ahora me veo mucho mejor que entonces cuando me miro al espejo. Cuando era joven siempre había algún grano inoportuno, algún kilillo prácticamente inapreciable o algún pelo que no estaba en su sitio que conseguían amargarme el día. Ahora he aprendido a mirarme en conjunto y, oye, no estoy nada pero que nada mal, jajajaja.

 

8-¿Hora de limpiar la casa? No, mejor de cañas.

Antes sufría mucho cuando las cosas no estaban en su sitio o mi casa tenía un poco de polvo. Ahora ya no. Llamarlo supervivencia, pero cada vez me preocupa menos este tema . Con dos pequeñines que lo ponen todo por medio y una profesión que me llena de dossieres y papeles la casa es imposible tenerla ordenada, así que, ¿para qué sufrir?. Además, si el día que toca hacer la limpieza semanal mi chico o alguna amiga me proponen ir de cañas, no me lo pienso dos veces. ¡No dejes para mañana una caña bien fresquita si te la puedes tomar hoy!

 

9-Soy más segura de mí misma

El paso de los años me ha hecho ganar unos kilitos de peso y, paradójicamente, también me ha quitado un gran peso de encima. Sí, estoy algo más gordita, pero me he desprendido de un montón de inseguridades que me impedían seguir avanzando.

 

10-Disfruto más del sexo

Mentiría si os dijera que estoy viviendo una etapa de sexo desenfrenado. Los niños, el trabajo, la casa, la familia… no está una en un momento que le permita vivir una historia como la de “Cincuenta sombras de Grey”, pero qué narices, me defiendo bastante bien entre las sábanas, jajajaja. Quizá esté feo que yo lo diga, pero es la realidad. Ahora sé lo que quiero, disfruto mucho más de mi sexualidad, no me da vergüenza ir al grano… Vamos, que soy una madurita con cierta experiencia en la materia, jajajaja.

 

11-Tengo presbicia

Sí, habéis leído bien, tener presbicia puede ser una gran ventaja. Es la excusa perfecta para retirar el saludo a muchos impresentables sin necesidad de quedar demasiado mal, jajajaja. ¿Habéis escuchado el chiste de “veo bastante mal de cerca, pero a los gilipollas los veo venir de lejos”? Pues eso.

 

12-Cuento con más temas de conversación

Empiezo a ser como la abuela cebolleta, jajajaja. Quienes me conocen bien saben que siempre he sido una buena conversadora; soy súper charlatana. Eso sí, ahora mis conversaciones son mucho más divertidas y tiene mucha más chicha. ¡Es lo que tiene la experiencia!

 

13-No tengo un pelo de tonta… ¡ni de lista!

A estas alturas he disfrutado de tantas sesiones de depilación láser que ya no tengo que preocuparme por los dichosos pelos. Bueno, algún pelillo rebelde sí que queda, pero poco más…

 

14-Cada vez tengo más motivos para emocionarme

Es tan bonito emocionarse… Que los ojos se te llenen de lágrimas y se te ericen el vello al escuchar una canción, leer un mensaje  o contemplar un vídeo es maravilloso. Yo cada vez me emociono con más facilidad y… ¡Me encanta!

 

15-Adiós al pudor

Recuerdo la vergüenza que me daba ir a comprar braguitas con mi madre cuando era pequeña. Qué tiempos… ¿Dónde se quedaría aquella inocencia? Ahora no tengo ni la mitad de pudor. Hacer top-less en la playa no me da ningún tipo de vergüenza.

 

16-Todavía tengo fiesta para rato

Cuando salgo tengo fuelle para rato. Nunca se me ha dado mal eso de cerrar los bares y, aunque he perdido algo de práctica, sigo siendo un auténtico peligro con una caña en la mano.

 

17-Valoro más las cosas

Ya no vivo tan rápido ni con tantas prisas. Ahora tengo capacidad de sentarme, respirar y saborear más mis experiencias. No hay plan que me llene más que dsfrutar de una cena en buena compañía.

 

18-Saboreo cada momento

Ya no voy tan rápido a todas partes. Me he dado cuenta de que no sirve de nada agobiarse cuando se llega tarde a alguna parte. No te va a ayudar a llegar antes y, además, los agobios y los nervios no traen nada bueno. Ahora procuro saborear una buena comida, exprimir una buena compañía, disfrutar de una buena peli, un buen libro o un concierto…

 

19-Estoy comenzando a cogerle cariño a la celulitis

Ya sabéis eso de… “si no puedes con el enemigo, únete a él”. Antes la celulitis me traía de cabeza, ahora no es que la quiera con locura, pero he aprendido a convivir con ella. Me hago mis tratamientos y me aplico mis cremitas a diario para no parecer un colador, pero lo cierto es que ya no me produce tanto rechazo y angustia como antes.

 

20-Me resbala el qué dirán

¿Que alguien por ahí dice que estoy gorda? ¡Pues sí, como una tapia! Volviendo a mi sordera selectiva, he aprendido a pasar ampliamente de lo que digan por ahí. Sólo me afectan los consejos de mi gente, así que más vale que nadie pierda demasiado tiempo en criticarme. ¡Me resbala!

 

 

21-Tengo más paciencia

Con el tiempo he aprendido a ser más paciente y a darme cuenta de que las cosas no tienen por qué ser para ¡YA! A veces merece la pena esperar para que la recompensa sea más satisfactoria.

 

22-He cumplido muchos de mis sueños

He tenido la suerte de cumplir muchos de los sueños que tenía siendo joven. Sin ir más lejos, ¡ayer volé! Así es, disfruté de una experiencia de ‘Vuelo Indoor’ en “Madrid Fly” que me pareció maravillosa (ya os contaré más despacio esta experiencia. ¡Es apasionante!). La próxima: un salto en tándem, jejeje.

 

23-Las ojeras pueden ser grandes aliadas

Eso de llevar las ojeras puestas casi a diario es una ventaja. Si salgo de marcha y al día siguiente voy a trabajar, mi jefe no sospecha que he estado de jarana. Todo el mundo da por hecho que los niños me han dado una mala noche.

 

24-Se me da de miedo hacer manualidades

Esta es una de esas cosas que tiene llegar a los 40 y, sobre todo, tener hijos… Muchas madres que estén leyendo estas líneas se sentirán identificadas y sabrán de lo que estoy hablando. ¡No he hecho más manualidades en mi vida! Cuando era niña me escaqueaba un poco de la clase de pretecnología, pero ahora no tengo escapatoria. Tengo la casa llena de trastos reciclados.

 

25-Soy más atrevida

Valiente, lo que se dice valiente, no soy; más bien al contrario. Sin embargo, noto que soy más atrevida que hace algún tiempo y que tengo más ganas que nunca de superarme. Vamos, que le hecho más huevos a la vida, jajaja.

 

26-Me enfado con menos frecuencia

Esto no quiere decir que no me enfade (que como no lo aclare se me echan encima mi chico y toda mi familia). Una tiene sus momentos de cabreo, como es lógico, pero cada vez tardan más en aparecer.

 

27-Digo las mismas frases que mi madre

Seguro que os ha pasado a más de una… ¿Alguna vez os habéis sorprendido a vosotras mismas diciendo las mismas frases que vuestras madres? Sí, me refiero justo a esas que tanto detestábais cuando érais pequeñas y que ahora repetís como un lorito… Pues qué queréis que os diga, me pasa a menudo y cada vez me hace más gracia, porque una madre es una madre… ¡Y yo a la mía la quiero con locura!

 

28-Vuelta a los brackets

Mi autoestima es bastante más alta que en la adolescencia, tanto que a mis 40 añazos he decidido corregir mi mandíbula y me he puesto brackets. ¡A mi edad! Sí, precisamente a mi edad, porque aunque muchos no lo crean, pasados los 40 seguimos queriendo vernos bien por fuera y, sobre todo, estando mejor por dentro.

 

29-¡No tengo vergüenza!

“¡No tienes vergüenza ni la has visto!”, solía decirnos mi abuelo cuando éramos niños. Ayyyy, cuánto le echo de menos, si pudiera verme ahora por un agujerito… Yo creo que estaría muy orgulloso de mí, porque todavía tengo menos que antes. El sentido del ridículo sólo suele cruzarse conmigo cuando tengo que hablar en inglés. Pocas veces más.

 

30-El chocolate ya no es un sustituto del sexo

Lo cierto es que nunca he sustituido el sexo por chocolate. ¿O debería decir que nunca he sustituido el chocolate por el sexo? ¡Donde esté una buena onza de chocolate que se quite un buen polvo! ¿Verdad Laura? Jajajaja. Bueno, va, cada cosa a su debido tiempo, tampoco es cuestión de exagerar, que ambos tienen su importancia en mi vida.

 

31-Soy más tolerante

Cuando uno es joven piensa que su forma de pensar y de enfrentarse a las cosas es la mejor. Sin embargo, poco a poco, vas comprendiendo que lo mejor para ti no tiene que ser lo mejor para todo el mundo. Intento convivir con aquellos que no piensan igual que yo y, sobre todo, respetarles y no pasarme la vida dando consejos que pueden resultar inútiles.

 

32-¿Patas de gallo? ¡No! Soy más expresiva

¿Quién dijo que las patas de gallo eran antiestéticas? La verdad es que tengo un trabajo adorable que me permite probar tratamientos y potingues maravillosos para tener la piel estupenda. Aun así hay arruguitas que siempre terminan por aparecer, pero son de esas que aportan personalidad y un montón de atractivo.

 

33-Me río de mí misma

Reírse es tan sano, tan divertido… Una buena carcajada espontánea te ayuda a quemar calorías y estimula las endorfinas, que son buenas para la piel, para el cabello, para el sistema inmunológico… Por eso intento reírme hasta de mi sombra.

 

34-Soy una chiquilla de 40 años

Sigo siendo igual de gamberra que a los 16 años, en eso poco he evolucionado… Algunas amigas de mi generación llevan años poniéndose de mala leche cada año cuando tienen que soplar las velas de su pastel. Nunca he podido entenderlo y sigo sin hacerlo… ¡¡Me gusta tanto cumplir años!! Disfruto como una peque en mi cumpleaños. Cuando llega este día me doy cuenta de la suerte que tengo y de la cantidad de gente que me quiere (y yo a ellos, que conste).

 

35-Me siguen piropeando

Llamarlo miopía, presbicia o lo que queráis, pero lo cierto es que todavía hay quien se vuelve a mirarme y me piropea cuando voy por la calle, así que no debo estar tan mal. Tengo muchas amigas que odian que las dediquen piropos, pero qué queréis que os diga, cuando son de buen gusto me suben el ánimo y me divierten.

 

36-Disfruto estando sola

Sólo hay una cosa que me guste más que una cena o reunión con mi pareja o con buen@s amig@s: ¡Una cita a solas conmigo misma! He aprendido a quererme y a aceptarme, con mis virtudes y mis defectos. De vez en cuando el cuerpo me pide a gritos pasear, sumergirme en una bañera de espuma, leer un buen libro, escuchar mi canción favorita… a solas.

 

37-Tengo menos miedo

El miedo ha dejado de ser un obstáculo para un montón de cosas. Sigo sintiéndolo, pero lo tengo más controlado y no me impide enfrentarme a casi nada. ¡Ya no me paraliza! Me pueden más las ganas de experimentar y disfrutar de las cosas buenas de la vida.

 

38-Sé manejar mejor muchas situaciones

La frescura e ingenuidad que tienes cuando eres muy joven se va perdiendo, pero se va ganando rapidez, ironía y desparpajo.

 

39-Me quedan muchos sueños por cumplir

No sólo estoy cargada de energía, sino que además todavía me quedan muchos proyectos por realizar y muchos sueños por cumplir. Creo que estoy más motivada que nunca para ir a por ellos.

 

40- Sé quiénes son mis verdader@s amig@s

Para terminar voy a ponerme un poco tierna. Según las estadísticas, a esta edad un@ se encuentra en el ecuador de su vida y yo ya he tenido tiempo más que suficiente para saber quiénes son mis verdaderas amistades. Tengo que dar las gracias, porque me considero muy afortunada en este sentido. Seguro que se incorporan muchas nuevas a lo largo del camino, pero quiero aprovechar la ocasión para dar las gracias a mis chicas. Ellas saben perfectamente quiénes son, la mayoría de ellas me ha ayudado con este artículo (bueno, y con muchas cosas más…). ¡¡¡¡Os quiero!!!!

¡Gracias por estar siempre ahí!

Periodista especializada en lifestyle. Siempre escribiendo sobre belleza, salud, tendencias y planes chulos.

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